EN SU PLEGARIA EL MONJE SABE QUE HACE MADURAR LOS DESEOS MÁS PROFUNDOS DEL MUNDO.

El Cristiano está llamado a ser en el Santuario de su propio ser una alabanza sin interrupción. Pero esto no basta. El Cristiano es comunitario y la alabanza tiene su lugar de expresión familiar en la liturgia.

El Oficio Divino es el valor más influyente de la vida espiritual de nuestras comunidades. Nos ayuda a penetrar en el misterio de Dios y a conformar nuestra vida a la de Cristo en su obediencia al Padre, en su humildad, en su pobreza, en su virginidad y en su entrega a los hombres.

LECTIO DIVINA

En la LECTIO DIVINA se expresa la vocación esencial del Monje: auditor de la Palabra de Dios. Presupone una actitud de receptividad propia de discípulo, un tiempo dedicado a ella, un clima de serenidad interior y de silencio.

Dios nos habla, nos abre su corazón y nos invita a conocerle; se trata para nosotros de leer, escuchar, rumiar, profundizar la palabra de Dios contenida en la Escritura y sumergirnos en ella con fe y amor comprometiendo toda nuestra persona y nuestra vida.

EL TRABAJO

En el trabajo, por humilde y poco apreciado que sea nuestra vida se enriquece; nos trabajamos a nosotros mismos despertando el sentido del esfuerzo, de la solidaridad, la creatividad, el gusto por las cosas bien hechas. Trabajamos para sustentarnos y compartir con los más necesitados.

Para nosotros Hermanos de la Resurrección el trabajo tiene una característica especial: EL CEMENTERIO. Trabajamos en la limpieza, quitamos la hierba, abrimos y cerramos los lugares donde descansan nuestros hermanos, y por supuesto acompañamos con salmos y oraciones al hermano que partió para la casa DEL PADRE.